lunes, 20 de abril de 2015

Si tuviera 30




La semana pasada me encontraba viendo Si tuviera 30 donde la protagonista es Jennifer Garner, todo iba muy bien hasta que a la mitad de la película la sensación más extraña se apoderó de mí, ya no era la chica de 20 años viendo esta película como algo lejano, ya no estaba pensando como Jenna Rink y buscando quién sería mi apuesto y tierno Matt. Hice cuentas rápidamente y mi corazón se aceleró angustiado porque Si tuviera 30 se haría realidad en 6 meses. 

Estar próximos a los 30 siempre llena de expectativas y un montón de preguntas sobre qué viene para nosotros. Tememos que nos llamen señora o señor porque siempre quisimos huirle al término y miramos en retrospectiva todo lo que hemos hecho para identificar si somos unos fracasados o hemos logrado el éxito esperado. 

Obvio me da miedo llegar a esta edad pero más que por la edad por las exigencias que el mundo a tu alrededor hace. A los 30 se supone que tengas el mejor trabajo, mayor reconocimiento y un sueldo que te permita tener una vida de lujo, pero como todo lo que nos exige el mundo no es lo realmente correcto, esas expectativas se revientan como globo en manos de un niño pequeño.  

He pasado por todas las etapas desde que cumplí 29 en octubre del año pasado, la negación, el querer cambiar todo mi ropero y hasta analizar si las converse deben seguir siendo parte de mi canasta familiar. He comprado maquillaje, ahora pruebo más peinados y me siento extraña cuando salgo sin pasarme la plancha por mi pelo. 

Invierto en cremas para peinar, para la cara, para las piernas, para combatir la celulitis y tomo todo jugo que me recomiendan. Visito más seguido al médico y por desgracia al ginecólogo por un tema de salud que me ha cambiado la vida por completo. Analizo todo mejor, recomiendo la medicina complementaria y parezco mamá dando consejos a mis amigos más jóvenes. 

Ya las 9:00 pm es un horario difícil para mí, no resisto las mismas comidas y veo como poco a poco el cuerpo me exige una rutina de ejercicios que quiten todo espasmo y moderen los cambios hormonales. La cercanía a los 30 me produce un coctel de sentimientos, agradezco haber llegado hasta aquí pero hay días que me pregunto cómo hice para llegar. 

Pero no todo es tan malo, porque esa cercanía a los 30 me ha hecho verme de manera distinta he aprendido  a mirarme como mujer, aceptar los cambios y sobre todo me ha llevado a dejar de lado gente y situaciones nocivas que a veces soportas en los 20s para seguirte manteniendo dentro del grupo. Estoy casada con un hombre maravilloso con el que nos encanta cumplir sueños y mirar ese futuro como algo cambiante donde siempre tienes algo nuevo por experimentar. 

Veo hacía atrás y no cambiaría nada pues todo lo que viví me enseñó algo bueno o malo pero crecí, no tengo el trabajo soñado pero trabajo para cumplir mis sueños y he entendido que vivir la vida de lujo no requiere tantos lujos sino estar rodeado de lo correcto en el instante correcto y hacer lo que amas aunque eso no genere al mismo instante una retribución. 

Le hecho caso a mis talentos sin pensar en el qué dirán, entendí que no puedo caerle bien a todos pero tampoco todos pueden caerme bien, eso me ha quitado un peso de encima. Estoy aprendiendo que perdonar no es cuando se me dé la gana sino a penas pasen las cosas, porque la falta de perdón enferma, daña y sobre todo amarga y no quiero vivir amargada.

Me hago más fuerte en medio de la prueba de salud que estoy viviendo, cualquier dolor no me hace llorar y entendí que no soy una cobarde. Los 30 están por llegar y no soy la misma, lo que me sugiere que ha valido la pena. Mientras tanto vivo este día segura que mientras tenga vida habrá buenas razones para sonreír, otras tantas buenas razones para llorar y sin duda alguna nuevos sueños por alcanzar.