El discurso del
Presidente Maduro de Venezuela en medio de la crisis que están atravesando en
el país vecino, ha levantado sin duda alguna un revuelo en la opinión pública y
redes sociales. El decir “Dios proveerá” no era lo que esperaban los
venezolanos que están viviendo la realidad dolorosa de un país que económicamente
no se encuentra bien.
Pero esta frase
que se encuentra en Génesis 22:8 y en otros lugares de la Biblia, tiene una connotación
mayor; la cual no implica que usted puede quedarse sentado esperando que le
llueva del cielo, sino que, en la medida que usted se sacrifica y hace su parte
Dios hace la otra parte que falta. Bien dijo @benditoavila en su twitter “Dios proveerá, pero
usted trabajará y se esforzará”.
Lo que me
asusta es pensar que en nuestro diario vivir podemos ser de esos que esperamos el
milagro para cambiar lo que nos sucede, pero no tomamos las decisiones
correctas para ser nosotros mismos ese milagro.
Soñamos con
escribir libros, trabajar en compañías de alto nivel, construir lugares,
transformar vidas y muchas cosas más; pero todo se queda en sueños por que no
actuamos, dejamos todo a la suerte o si somos creyentes a lo que Dios quiera. Y
como creyente le puedo decir algo hay momentos donde Él va actuar de forma
sobrenatural porque lo he experimentado, pero en otras ocasiones le dejará que
usted de pasos y utilice las herramientas que ya le suministró a través de los
dones y talentos que posee.
¿Quiere hacer
algo importante? primero calcule el costo y lo que le implica tomar esa
decisión. ¿Ya está decidido? Pues empiece con esas pequeñas cosas que están a
la mano y haga realidad de a poco el sueño que se propuso. Persistir, creer que
es posible y hacer lo que le apasiona aun cuando haga lo que le toca, puede ser
más interesante que quedarse esperando.
Conozco la mano
poderosa de Dios, lo conozco en situaciones sobrenaturales que sólo son obra
del cielo y no tienen explicación, pero también conozco un Dios que le gusta
que dejemos la cobardía de un lado, reconozcamos los errores cometidos y
comencemos de ceros. Tal vez la lección más importante que he aprendido del
Dios en el que creo, es que estamos aquí para servir a los demás y cuando
nuestros mandatarios entiendan eso nuestras naciones pueden ser realmente
libres y diferentes.