Ver a los hombres pintarse los labios de rojo apoyando una
campaña a favor de las mujeres y pidiendo que se acabe la violencia contra
ellas es realmente interesante pero en el fondo sabemos que para otros hombres
no quedará sino en burlas y el símbolo no cambiará las cifras.
Pero el verdadero problema que veo no es que se pinten los
labios y mucho menos que sean los hombres los causantes de las tristes cifras,
el profundo problema que observo es que a diario veo como nos violentamos entre
mujeres sin importarnos nada.
Veo como en una continua competencia por cosas tan sencillas
como un puesto en Transmilenio nos empujamos, decimos groserías y hasta nos
golpeamos y me pone a pensar que la mayor fuente de violencia contra las
mujeres la generamos nosotras mismas.
Si no es así entonces que levante la mano la mujer que jamás
ha criticado a otra, que nunca ha llamado perra o zorra a otra por la manera en
que viste o porque su ex novio se fue con ella. Levanten la mano las mujeres
que no se burlan de otras por la manera en que van vestidas o como hablan y de paso no arman
nunca chismes para que sus amigos no se junten con otra chica a la que no
conocen pero asumen que es merecedora de llamarse mojigata, zunga o solapada
sólo porque no hace lo mismo que ustedes.
Creo que al menos en una no puedo levantar la mano, pero
asumo que en todas en algún momento he fallado. Saben en el poco mundo laboral
que he experimentado mis peores experiencias no han sido con los hombres por el
contario son las mujeres las que han logrado que odie el ambiente laboral y a
las que menos puedo plantearles una idea.
Nos damos codo, nos lastimamos y nos hacemos la vida
imposible unas a otras creo que el mayor matoneo que he recibido en mi vida lo
recibí de mujeres, pues estudié en colegio y universidad femenina y lo que viví
no siempre fue lo más grato. De paso en una familia llena de mujeres se corren
los mismos riesgos que en una donde predominan los hombres.
Yo propongo algo, empecemos por nosotras para erradicar la
violencia en contra de las mujeres, cuidémonos, cuidemos la reputación de la
otra y seamos más amables. El día que veamos el potencial que tenemos todo
puede ser diferente; porque finalmente somos las que criamos a los hombres y
podemos darles ejemplo de cómo respetar a las mujeres con las que estarán.
Dejemos de lado la envidia para darle paso a la admiración. Demos paso a
generar entre nosotras fortalezas que nos cuiden del daño que pretenden
hacernos y seamos guerreras que cuidan la una de la otra desde las palabras,
los sentimientos y las acciones.
Que verdad! Es difícil, pero hay que ser consecuente con lo que se dice. Bien dice el dicho, tratar a los demás como te gustaría que te tratasen...
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