viernes, 2 de octubre de 2015

Dulce amargo

    
Delicioso como un dulce pero mal oliente como un ajo es el personaje del que hablaré en esta ocasión. Sabe a veces a victoria, un poco a venganza y a veces se disfraza de bondad con un toque de cultura general. 
 
Tiene un tinte de opinión, arregla las vidas de la gente en segundos y sin duda alimenta las lacenas de muchos que viven de él. El chisme es como una empalagosa miel, es como un delicioso chocolate y tan amargo como un té verde sin azúcar. 


Es uno de los hijos del juicio, sobrino del señalamiento y pariente cercano de la calumnia. Sin precedentes es reconocido en todos los medios y no hace distinción alguna de estrato o raza. Todos sin excepción nos hemos visto envueltos en uno o hemos prestado nuestro oído para escuchar alguno.


Parece tan común y tan necesario que nos acompaña en las comidas, en las reuniones familiares, en la política, en la televisión y en la iglesia. El infame parece un buen amigo pero sin duda es un verdugo que nos ajusta la soga y nos ahoga de a poco hasta que asesina amistades, la paz en nuestras familias y el espíritu de los que no conocemos. 


Estamos tan acostumbrados a él que ya nos parece normal, lo escuchamos, lo compartimos de forma viral y creemos que le hacemos un favor a la sociedad por ventilarlo. Se hizo tan parte de nosotros que estemos haciendo lo que estemos haciendo siempre hay algo malo por decir del otro. 


Y es que hace unas semanas empecé a notar que siempre tenía algo para decir “mira ese vestido que mostrona esa vieja” “desgraciado y corrupto político” “pero vea dizque líder y en esas” y así para todo una opinión. Empecé a sentir que mi cara se transformaba, mi espalda dolía con más frecuencia y mis oraciones más que paz contenían una carga terrible que no me permitía salir renovada de ese momento que se supone debería cambiarme y hacerme mejor persona. 


Sentía un olor a feo en mi boca y no tenía que ver con lo que comía, mucho menos con que no me lavara los dientes… había algo más y lo iba a descubrir de la manera más cruda a través de un pasaje en Santiago 4:11-12, perdón para algunos que me leen y que creen que la Biblia no es un libro actual, pero si se toman el trabajo de leer allí está la respuesta perfecta para acabar con los programas de chismes y las secciones de farándula que tanto les molestan y sin duda se puede encontrar una gran solución a las guerras infames que se han dado en nuestro planeta. 


Y sí, allí se encuentra un llamado directo para los que decimos amar a Dios y creer en Jesús, allí está quizá uno de los ejemplos más grandes que nos dejó él: NO JUZGAR A NADIE, me disculpo por la mayúscula sostenida pero es como un grito angustioso el que nos hace Santiago en el capítulo 4, no juzguen, no digan nada de su prójimo, ¿por qué quiénes son ustedes para hacerlo?. Y me pregunto ¿quiénes somos nosotros? Somos iguales o peores, pero preocupados por solucionar la vida de Sofía Vergara, Shakira o la vecina nos hemos olvidado de solucionar las nuestras. 


Con esto no quiero decirles que se depriman hasta las lágrimas y se den golpes de pecho por el chisme que acabaron de escuchar o contar, no, en realidad quiero es invitarlos a que me acompañen en un proceso que vengo haciendo de callar y se pongan como premisa algo en sus vidas diarias “Si no tengo nada bueno que decir, mejor no digo nada”. 


Al principio no va a ser fácil, pero ¡inténtelo! es verdaderamente liberador hacerlo. Guarde silencio cuando Maluma haga un comentario que no le gusta, cuando Fanny Lu salga vestida de una forma que a usted le parece indecorosa y mejor aún no diga nada del pelo de Marbelle (perdón por mis alusiones, pero me declaro una fan enamorada de los realities musicales),  hágalo donde más le cueste guardar silencio, cuando este rodeado de amigas o amigos que siempre tengan algo malo para decir y le invito a intentar algo más; cuando digan algo malo de alguien piense en algo bueno de esa persona que están asesinando con las palabras y si es valiente dígalo, es probable que la gente quede perdida o le discuta, pero créame con el tiempo será considerado como una persona confiable y de paso sabía. 


No se olvide de esto: dime de quién hablas y te diré que no te gusta de ti, el dicho no es así pero es bastante real. Intente cambiar el mundo una acción a la vez y verá lo interesante que resulta ser un superhéroe en su pequeño entorno.


¡Mucha suerte en su intento y jamás se canse de practicarlo!