lunes, 26 de febrero de 2018

No en mis fuerzas


A penas llegué al lugar me sentía muy emocionada. Sería un día para bendecir a otros con el amor de Jesús y hacer algo para cambiar por un ratico la realidad de esas personas que conoceríamos. No puedo negarles que me sentía nerviosa, no conocía al equipo con el que estaría y comunicarme sería de nuevo el reto.

Todo iba a bien hasta que empecé a interactuar, las manos me sudaban, sentía que mi mente no coordinaba y a pesar de saber cómo hablar ciertas cosas, no pude. De un momento a otro vi crecer la sala, veía la gente más grande y yo me sentía como un gusano. ¿Cómo podría servir de algo sin poder hablar? ¡Quería salir a correr! Igual me quedé hasta el final porque había dado mi palabra. 

No les cuento esto para que digan 'pobrecita' o 'tan valiente' porque no es la idea. En realidad pasé por una semana entera donde mi ánimo estuvo decaído. Lo bueno de todo esto es que aprendí lecciones importantes y una de ellas es que el orgullo me aleja de poder vivir lo que dice Filipenses 4:13.

Yo sé que les suena raro pero sí, había orgullo detrás de todo lo que sentí ese día. Yo creía que era en mis fuerzas que podía hacerlo y para nada estaba disfrutando el proceso que Dios me puso al frente. Ese proceso que incluye no poder hablar siempre, no ser la extrovertida y sobre todo algo mejor: que me lleva a escuchar más. 

Es por eso que esta semana, quiero motivarlos a que le pidamos a Dios que nos quite del camino ese orgullo que no nos deja ser valientes como el sueña. Valientes no en nuestras fuerzas sino en las suyas. Capaces de saber que somos sus hijos y así no supieramos nada Él se glorificaría a través de nosotros. Valientes que no anteponen sus necesidades y sus inseguridades por encima de su plan. Valientes que viven al extremo la libertad de la gracia de Dios dada en Jesús y entienden que vivir procesos no está nada mal. 





lunes, 19 de febrero de 2018

Opinadores

La Biblia nos dice en 1 de Tesalonicenses 5:11 que debemos animarnos entre nosotros. En Hebreos 3:13 habla exhortarnos y finalmente en proverbios 11:14 nos recomienda buscar consejo. ¿Pero qué dice de las opiniones? En realidad, no mucho.  

Por años he buscado ayudar a todos los que puedo. Me encanta ver a la gente bien y quisiera mover cielo y tierra cuando alguno de mis amigos sufre. Y esto no está mal, el problema es que en ocasiones olvido que no soy Dios y me convierto en una opinadora de la realidad de los que buscan esa ayuda.

Desde hace un par de meses, he venido despertando mis ojos y mis oídos a esta realidad. Puedes verlo en las redes sociales, en las familias, en las noticias, en todo lado. Todos tienen una opinión sobre los demás o sobre las cosas, y esto nos está llevando a un ciclo interminable de jugar a ser Dios juzgando todo lo que nos rodea.  

Siendo esta la última estrategia que quiero presentarte para que continuemos en nuestra carrera como cristianos, quiero retarte a opinar menos y bendecir más. ¿Cómo vamos a bendecir? Simple: cada que tengas ganas de criticar lo que una persona hace vas a verlo con los ojos de Jesús. En vez de sacar un montón de palabras en su contra vas a orar por esa situación. Si tienes la posibilidad y consideras que es el tiempo vas a animar, a exhortar o si te lo piden vas a dar un consejo. Todo lo anterior sin proferir una sola opinión del asunto. ¿Difícil? Sí, pero no imposible.

¿Te animas? Yo ya comencé y la libertad que experimentado cuando logro vencer no tiene explicación

lunes, 12 de febrero de 2018

Un dulce bocado diario


Leer es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida. Siempre he contado que ver a mi mamá leyendo con tanta pasión hizo que yo me enamorara de ese hábito y que no lo soltara jamás.

En mi primera carrera leí todo tipo de libros. Para formarme como Trabajadora Social tuve que pasar largas horas conociendo muchas disciplinas y pensamientos; por 8 semestres estuve tratando de entender un poco mejor a los seres humanos con los que iba a trabajar, y a la par me conocí un poco mejor entre tantas interesantes teorías.

Pero llegó un punto en mi vida donde tanto conocimiento ya no llenaba ni lograba explicar muchas cosas que estaba viviendo a mi alrededor. Empecé agotarme y comprendí un poco mejor lo que Pablo dice en Filipenses 3:8 “es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo” (NVI)

No estoy diciendo que leer libros sea malo, de hecho, lo sigo haciendo y me encanta. Pero esta semana y como parte de las estrategias que estamos recorriendo juntos quiero motivarte a leer con un propósito: conocer más a Jesús, y es en la Biblia donde desde el principio vamos a hallar todo sobre él.

Hoy te invito a leer la Biblia, a que le pierdas el miedo y que la recorras sin prejuicios ni voces que te dicen que es un libro antiguo que no aplica para estos tiempos. Si nunca lo haces o dejaste de hacerlo por la razón que sea ¡dale una oportunidad!, si ya la lees y estás en ese proceso de descubrirla, pídele a Dios que te lleve a disfrutarla como el más delicioso bocado diario que te puedes llevar a tu corazón.

La Biblia nos transforma, es palabra de Dios, es vida, es gracia, es libertad. Es mas sencilla de lo que nosotros mismos la hemos vuelto y más sabia que cualquier autor que podamos descubrir en la más preciosa biblioteca. Cuando te enamoras de ella no la quieres dejar de leer y es posible que se convierta en él único libro que día tras día a pesar de haber leído la misma historia quieras volverlo a recorrer.

Señor, te pedimos que nos des amor por tu palabra. Que podamos cada día disfrutarla como parte esencial de nuestras vidas. Que se convierta en uno de nuestros más poderosos refugios cuando no sabemos a donde ir o cuando todo parece estar perfecto. Danos sabiduría para entenderla y más de tu Espíritu Santo para comprender lo que nos quieres enseñar. Que podamos conocer más de Jesús y disfrutar mucho más de su compañía a través de ella.

lunes, 5 de febrero de 2018

A horas inusuales


¡No te des tan duro! Sí, ya estuvimos identificando esos pecados favoritos para entregárselos a Dios y poder continuar con menos peso en nuestro camino con Él, pero no puedes quedarte ahí y mucho menos darle espacio a la culpa. Dejar eso que estorba no debe ser motivo de tristeza o de carga, sino de libertad.

Ahora bien, vamos a continuar con nuestra siguiente estrategia para esta nueva semana, me encanta porque es un tema del que Dios me ha venido hablando y con el que me ha dado mucha más libertad.

Aunque existen diferentes referentes de esto en la Biblia, hoy quiero que te fijes en estos dos versículos: el primero está en Hechos 10:9 y el segundo en Hechos 10:30. Allí encontrarás la historia de Pedro y Cornelio, dos hombres que estaban orando a horas inusuales; uno cerca del medio día y otro alrededor de las 3 de la tarde. Lo increíble, es que sin importar que fuera a esa hora, recibieron una visión de Dios que desencadenó en el entendimiento de algo de lo que aun hoy podemos estar agradecidos.

La cuestión es que por lo menos yo, sentía un peso muy grande cada vez que no me salía eso de orar en la madrugada, en un lugar específico y con todo a mi favor para poder escuchar la voz de Dios. Un día por ejemplo, le conté a unas personas que yo a veces lograba orar mejor mientras me duchaba y al rato alguien en autoridad dijo que eso no estaba bien y que era un irrespeto ante Dios. No te imaginas cómo me marcó y bloqueó eso en mi relación con Él por un buen tiempo. ¿Te ha pasado algo así? ¿Piensas tú lo mismo?

Esta semana quiero animarte a ver la oración de una manera diferente, quiero invitarte a romper esquemas y a ser estratégico a través de ello. Mi propuesta es que durante esta semana, puedas sentirte con libertad de orar en cualquier momento del día que antes para ti podía parecer imposible. Puedes tener citas con Jesús a la hora del almuerzo, mientras corres, vas en el transporte público o mientras limpias tu casa. Todo tiempo es bueno para orar, para tener una conversación Dios y quién quita para tener una visión de lo nuevo que Dios quiere enseñarte.


¡Quita toda religiosidad! ¡Quita todo esquema aprendido! Disfruta esta semana de la libertad de acercarte a Dios en todo momento y de poder vivir cosas que pueden llegar a ser sobrenaturales en horas inusuales.