Arrancamos la segunda semana
del año, algunos ya están cumpliendo sus propósitos y otros están esperando las
condiciones adecuadas para realizarlos. La cuestión es que al pasar los días
las ganas se nos agotan, y al no ver los resultados esperados vamos dejando de
lado la emoción de los primeros días.
Ya hemos venido trabajando
en dejar de lado la pereza y debemos continuar erradicándola, pero ahora debemos
dar un paso más complicado: abandonar el doble ánimo.
Y es que la persona de
doble ánimo no es muy bien vista en varios lugares de la Biblia, sobre todo en Santiago
1:6-8, quien la describe como una persona que le falta fe y se deja invadir
fácilmente por la duda.
¿Tienes miedo de no
lograr lo que te propones? La solución a esto no es dejar de hacer. ¿Te da
miedo fracasar? Dejar tirado cada proyecto que emprendes no se llevará el miedo, ni traerá a tu vida el éxito que quieres alcanzar. ¿Te importa lo que puedan decir
los demás? La gente siempre tendrá una opinión al respecto de cómo debes llevar
tu vida, pero recuerda que Dios no hace las cosas como el mundo las hace.
Tenemos en Cristo el
mejor ejemplo de alguien constante su sí, fue un sí y su no, fue un no.
Sobre todo, el ejemplo de alguien que supo esperar los tiempos correctos, sin
dejar de hacer lo que le correspondía para cumplir su mayor propósito.
Te quiero hacer unas
preguntas: ¿Podrías esperar 30 años para que tu empresa sea exitosa? ¿30 años
para ver el cuerpo soñado? O ¿30 años para ser la persona reconocida que sueñas
ser? Pues Él esperó 30 años, y tan solo disfruto 3 viviendo su sueño en la
tierra.
Pues bien, esta semana
te invito a meditar en una gran verdad: Jesús, el que fue constante, es quien
vive en ti y puede enseñarte a dejar el doble ánimo de lado. Pídele que te ayude,
que te dé un empujón de ser necesario cada vez que tus emociones, miedos, dudas
o falta de fe te aborden y quieran alejarte de lo que te propusiste hacer.
Gracias!!!
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