¿Qué pasa
cuando a un profesor le roban la maleta con los finales de sus estudiantes? Jamás
me hice esa pregunta hasta hoy cuando me compartieron la historia de uno que lo
vivió.
Antes que me
contaran su final, me lo imaginé alegando que se la comió el perro, contando
una fantástica historia donde llegando a la universidad se cayeron a un charco,
en el peor caso me lo imaginé planeando un nuevo final para terminar
definitivamente con sus estudiantes.
Me imaginé a
uno de sus alumnos orando de día y de noche por un milagroso suceso para él y
todos sus compañeros, me imaginé a otros resignados estudiantes seguros de la
materia pérdida, me imaginé todo lo que se puede uno imaginar al recordar
cuando sufrió igual que ellos con los finales en la universidad.
Recordé cuando
me encontraba en el Mayor de Cundinamarca estudiando, teníamos un profesor al
cual todo el mundo le temía pero luego de un tiempo uno aprendía amarlo con su
hablado tolimense y sus burlas continúas hacía cada una de nosotras “ojo al
Cristo que es de palo y empieza a padecer” era su frase de advertencia cuando
el tema en cuestión podía llevarnos a obtener una de sus famosas triple arepas.
Cada final de
semestre nuestras oraciones creyentes y no creyentes se elevaban al cielo y a
donde fuera posible para obtener la nota que nos arrastraría al 3 que uno podía
aspirar en esa materia. Crea o no un 3.3 era como un 5.
Recibir la nota
de esa materia era un calvario, hacíamos fila por un buen rato y una por una
iba entrando, con el tiempo aprendimos que si veía esfuerzo en uno le
preguntaba “¿Cuánto necesita?” y pasábamos con ese glorioso 3.
Glorioso 3 que también
necesitaban una gran parte de los estudiantes de la historia que me contaron y
el cuál para ellos en un acto de bondad extraña su profesor había decidido darles
a todos.
Glorioso
milagro que ocurrió en un bar, donde los dueños de lo ajeno se llevaron la
maleta con todos los miedos y aciertos de un semestre, con la resignación de
algunos y las lágrimas de otros. Ahora me pregunto cuántos estudiantes rezan
por un milagro igual o por lo menos con la pérdida del papel que sentencia del
semestre su final.
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