Ph. Camilo Fierro
Sentir la
libertad a través de un recorrido sencillo, experimentar gozo mientras vas por
el camino. Así se siente cuando dejas de lado los miedos y te arriesgas a
enfrentar tu destino. Cuando por fin reconoces que eres solo un peregrino, tu corazón
cambia al instante y de tu mente se aleja el ruido.
Y es que no
vinimos al mundo a vivir con temor, mucho menos a quedarnos lamentándonos de
todo aquello que nos pasó. Vinimos con un propósito dado por alguien superior y
en su voluntad perfecta es donde hallamos paz y descanso en medio de tanto
rencor.
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