lunes, 5 de marzo de 2018

No estamos viejos


Hace aproximadamente 8 años, en un momento económico complejo donde no encontraba trabajo empecé hacer bolsos, billeteras y un montón de cosas a mano para vender y conseguir algo para cada semana. Me encantaba lo que estaba haciendo, pero quería hacerlo mejor y con mayor velocidad. El cuento es que oré demasiado por una máquina de coser, no solo para hacer lo que ya hacía, sino para dejar volar mi imaginación con otras cosas. Nunca llegó así que enterré el sueño.  

Hace poco a mi esposo se le rompieron dos de sus jeans favoritos y al darse cuenta de que era más costoso comprar unos de la misma marca, que arreglarlos con un parche y una máquina, recordó que Dios desde el principio de nuestro matrimonio le había inquietado a comprarme una y me la regaló. Si 8 años después, cuando el sueño estaba enterrado en lo más profundo.

Cuando la vi quedé pasmada. Vinieron miles de preguntas a mi cabeza: ¿puede una mujer de 32 años aprender algo así? ¿No estoy demasiado vieja? ¿Algún día tendré esta habilidad? En fin, un montón de tonterías que estaban clavadas como verdades por lo que escucho continuamente de otros. No les puedo decir que ya me senté a usarla, aún la miro de reojo, pero ya tengo ideas que me están acercando más a ella y el apoyo incondicional de mi esposo para aprender.

Todo esto, como cada experiencia que vivo en mi vida me enseña algo y ahora mismo estoy enfilando mis esfuerzos en dejar de lado lo que dice el mundo de una edad productiva. Estoy reconociendo que tengo un Dios que no se fija en eso para cumplir su propósito y desarrollar los talentos que nos ha dado, algunos que dormimos o enterramos.

Esta semana no te voy a dar un versículo, te diré que la Biblia está repleta de historias que podrás descubrir donde de lo que parecía inútil Dios sacó lo más bello. Tan solo necesitaron creer y aprender algo nuevo. Ellos se embarcaron a vivir historias imposibles para sus mentes, pero posibles para la mente de Dios.

¿Qué te está llamando a aprender Dios? Quiero animarte a que lo hagas. Recuerda que Dios todo lo hace nuevo y que sus tiempos son diferentes a los nuestros.

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